A los cubanos les gusta celebrar el fin de añoy la llegada del año nuevo a su manera.
A estas alturas, no viene al
caso machacarnos pensando por que los cubanos no somos muy amigo de celebrar lanavidad. Mejor centrémonos en lo que amamos celebrar, en este caso el fin de año
y la llegada del nuevo año.
Nos gusta hacerlo, comiendo lechón asado, yuca con
mojo, tomando ron habana Club, jugando al dominó y escuchando música cubana a
todo volumen.
Muchos tenemos un pariente
en
el campo, que por muy humilde que sea brinda con gusto su casa a toda la
familia para celebrar las fiestas. Otros, las celebran en el barrio, en la cuadra siempre en familia, con los amigos de toda la vida, con los que jugaron y crecieron, esos que llamamos hermanos, tíos, sobrinos y primos postizos porque no llevan nuestra sangre, pero a los
que nos une un lazo aun más fuerte, el amor incondicional que solo nosotros sabemos
sentir.
En Cuba, desde que llega diciembre
todo el mundo se las arregla para ir buscando la comida y bebida del 31. Al
final, siempre algo aparece, algo se consigue, la ilusión existe y los deseos también,
los viajes se dan, la familia se junta, es la tradición y contra las
tradiciones nadie puede.
Como nuestra isla es la cuna
del verano permanente, el cubano no tiene que buscarse ropa de invierno para
celebrar el fin de año, lo puede pasar en camiseta al aire libre jugando al
domino junto al hoyo donde se asa el puerquito. Otra cosa, el cubano no tiene
que buscar una bebida suave y especial para las señoras. En Cuba toma ron Habana Club hasta la abuela
y los niños a los 6 meses ya comen o babean el pellejo tostado del lechón.
El cubano añora que llegue el
fin de año para que se junte toda la familia, incluso los que viven en otro
país se las arreglan para juntar el dinerito y venirse al Pueblo donde nacieron, y
el que no puede regresar porque razones de fuerza mayor se lo impiden, sufre
y el 31 de diciembre llama por teléfono con la voz entrecortada, el corazón
apretado y las lágrimas a flor de parpado, porque por muchas dificultades
económicas que tenga nuestra isla, por que por mucho que se critique el sistema
social o las mil y una cosa que en estos tiempos se critican el cubano siempre
quiere volver, siempre quiere pasar el 31 con los suyos.
Porque solo nosotros
sabemos lo que significa reiniciarse, recargar las baterías al abrazar a nuestra madre, ver sonreír a los hijos, sentir el olor de nuestro café, la tierra mojada, el salitre del malecón. Esas cosas esenciales e invisibles que nos ayudan a empezar un nuevo año con el calor y el amor de lo nuestro corriendo por nuestras venas.
Los
cubanos somo una especie diferente, no sé si será por todo lo que hemos pasado o simplemente porque está en nuestros genes, nos divertimos a
nuestra manera y lo hacemos casi siempre compartiendo lo poco que tenemos con los seres que amamos.
Cuando en el mundo entero, el 31
de diciembre a las doce de la noche, se comen las uvas y se tocan campanas en
Cuba tiramos voladores, cubos de agua a la calle, pedimos deseos y abrazamos a la familia fundida con los amigos a mitad del barrio, le damos vuelta a la cuadra con una
maleta en la mano a ver si el próximo año se da el viaje, y en caso de que este se dé el próximo 31 hacemos hasta lo imposible para regresar aunque sea con esa misma maleta, ahora cargada de nostalgias, a
celebrar el fin de año en casa, con amigos, en FAMILIA.
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